Todo ocurre por un motivo


Martes, 13:46h de la tarde. Dani se metió en el coche a toda prisa y emprendió la marcha a casa de su amigo Fran, a las afueras de la ciudad. Había quedado con él para almorzar a las 2 y llegaba tarde. Se había entretenido navegando en varias páginas de internet, como cada mañana, y eso le hizo terminar el trabajo más tarde de lo normal. Fran ha cortado recientemente con su novia y no pasa por su mejor momento y le pidió comer juntos para hablar y comentarle algo, según él, muy importante. No le dijo el qué y eso despertó su curiosidad pero le insistió en que tenían que verse pronto.

Fran vivía en una casa rural, alejado de la gran ciudad a unos 15 kilómetros. Le gustaba el silencio y no tener que lidiar con vecinos molestos. Dani iba a tardar unos 25 minutos en coche por lo que sabía que no iba a llegar a tiempo. Para colmo, unas nubes empezaron a descargar agua e hizo un poco más difícil la conducción por una carretera ya de por sí un tanto peligrosa por la mezcla de asfalto y tierra. Para cuando le faltaba unos 5 kilómetros para llegar y viendo que el reloj pasaba ligeramente de las 2, Dani agarró el móvil para enviarle una nota de audio a Fran y avisarle de que le faltaba aún por llegar cuando la lluvia empezó a intensificarse.

Dani movía el volante con su mano izquierda mientras sostenía el móvil con su mano derecha. "Fran, hay mucha lluvia y eso me está ralentizando pero ya estoy muy cerca de tu casa. En nada llego", comenzó diciendo mientras el agua golpeaba con virulencia el cristal frontal de su coche. El dedo le bailó y el mensaje de audio se envió solo. Al mirar la pantalla del móvil, ese segundo en el que quitó la vista de la carretera hizo que Dani perdiera el control del coche, que empezó a patinar por culpa del agua. No lograba ver nada y antes de que pudiera reaccionar, su coche salió de la carretera y empezó a rodar cuesta abajo por un pequeño terraplén, dando varios giros de 360 grados con tan mala suerte de que el último hizo que el techo cayera encima de varias rocas, hundiéndolo casi por completo y golpeando en la cabeza a Dani que quedó inconsciente en el acto.

Y se hizo la oscuridad.

Mucha gente se pregunta qué hay después de la muerte. Por si se lo preguntan, hay oscuridad. Como si fuese una película donde después de una secuencia la pantalla se funde por completo en negro. Y se hace el silencio. Y entonces te preguntas: '¿Y ahora qué?'. Dani no tuvo que preguntarse eso mucho tiempo ya que pocos segundos después de encontrarse mirando al abismo de esa oscuridad, la película de su vida volvió a mostrar una nueva secuencia sin llegar a enseñar los títulos de crédito. Ahí estaba él, en el Chiringuito de una playa. La gente alrededor parecía extranjera y un cartel al lado de la barra le descubrió que estaba en Tahití. No entendía nada. Él no estaba viviendo eso en primera persona sino que estaba presenciando todo eso desde fuera. Como si fuese el espectador. Es entonces cuando llega Fran, con dos copas en la mano.

Dani le sonríe y agarra otras dos copas más y se van a la orilla de la playa. Allí les esperan dos chicas. El Dani espectador no reconoce a ninguna de ellas. La chica de Fran es morena, delgada y tiene una de esas sonrisas tan grandes con la que puedes ver incluso sus encías. La de Dani es rubia, extáticamente preciosa, de piel blanca y unas piernas que harían temblar a cualquiera. No entiende nada. Dani se sienta al lado de ella, le da la copa y la besa. Y es ahí, donde el Dani espectador lo siente. Abre los ojos por el asombro y se lleva la mano al estómago. Lo ha sentido justo ahí. Algunos lo llaman mariposas aunque hay expresiones para todos los gustos. Amor. Justo eso. Amor.

Sin saber cómo, el Dani espectador sintió que conocía a esa chica. Es como si siempre hubieran estado juntos. Y lo más importante, que siempre lo estarán. El Dani espectador sonríe mientras una lágrima le recorre la mejilla. Qué magnífica sensación. Intenta no perderse detalle de la escena, de los cuatro compartiendo ese momento de risas cuando, de repente, abre los ojos y se encuentra a un bombero situado de pie, delante suya, preguntándole si está bien. Dani no pudo verlo mientras estaba fuera, pero un coche que viajaba detrás de él observó todo lo que había pasado y llamó a la Policía y los Bomberos, que no tardaron en llegar para intentar salvarlo. Para él, la imagen que vivió no duró más de sesenta segundos pero aquí, había estado inconsciente unos 20 minutos.

Una ambulancia se lo lleva al Hospital y allí empiezan a hacerle pruebas para descartar nada serio. Mientras se encuentra acostado sobre su espalda en una de las camillas, Fran llega. Cualquiera que hubiera escuchado que su mejor amigo ha tenido un accidente le haría preocuparse pero Fran llegó a los pies de la camilla de Dani con una sonrisa en la cara y su primera pregunta no fue "¿Qué tal estás?", algo que preguntaría cualquier otra persona sino "¿Lo has visto?". Dani no entiende nada. Los dos lo vieron. Los dos lo sintieron. Fran quería contarle precisamente que había tenido esa visión la noche anterior. Era real. Y tanto.

Un par de horas más tarde, Dani y Fran salieron juntos por la puerta del Hospital dispuestos a conocer, aquí, a las chicas de su visión y entendiendo que nuestro destino está escrito de antemano. Que por mucho que barajemos las cartas, la vida siempre nos tiene esa jugada reservada y que aunque en todo momento podemos elegir qué hacer, en ocasiones, existe un propósito desconocido que guía nuestras acciones y nos encamina a lo que inevitablemente debemos vivir, ver o conocer. Porque nada en esta vida sucede por azar. Todo, absolutamente todo ocurre por un motivo.

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