La última vez



Alex abrió el grifo de la ducha y mientras se quitaba el pijama, se miraba al espejo a la vez que bostezaba de sueño. Vio el pintalabios de ella encima de la repisa y no pudo evitar en esbozar una leve sonrisa. Tras la ducha, no tardó en prepararse el desayuno y en solo un par de minutos, la cocina olía a tostada recién hecha y zumo de naranja. Alex apuraba el último mordisco de la rebanada de pan mientras acababa de leer la prensa deportiva con las últimas noticias de la mañana. Terminó de vestirse y antes de salir por la puerta, agarró su chaqueta del perchero, que estaba colocada al lado de la de ella. Mientras se la ponía, se acercó una de las mangas de la chaqueta de ella y la olió. Le encantaba irse a trabajar recordando una vez más su perfume.

Se puso sus auriculares y se dirigió al Metro. Ya de camino al trabajo, mientras reproducía su lista de Spotify, releía una de sus últimas conversaciones con ella en Whatsapp.

-Cariño
-Dime, preciosa
-Sabes qué?
-Qué?
-Te echo de menos. Ven ya (carita triste)
-Todavía me queda una hora de reunión
-Me da igual. Ven ya a casa. Te estoy esperando

No pudo evitar sonreír al releer de nuevo esa insistencia. Esas ganas. Le encantaba eso de ella. Una y otra vez, le inundaba de mensajes diciéndole todo lo que le quería y lo echaba de menos, y le demandaba regresar pronto a casa para pasar la noche tumbados en el sofá viendo una película mientras no dejaban de acariciarse. Para él, ver la lucecita encendida de su móvil en el trabajo era un motivo por el que sonreír, sabiendo que era ella quien le había escrito.

Horas más tarde, en el descanso para comer, volvió a abrir su conversación de Whatsapp para volver a leer otra conversación anterior con ella. Mientras acababa su ensalada, revivió lo que hablaron aquella mañana, semanas atrás.

-Empiezo a odiarte
-Por qué?
-Esto de verte cada mañana irte por esa puerta y que nunca vuelvas a la cama no me gusta (emoticono enfadado)
-Pronto estaré de vuelta y no me separaré de tu lado en toda la noche (carita feliz)
-No me vale. Encima, tu lado de la almohada huele a ti y eso me hace echarte mucho más de menos todavía

Es entonces cuando Alex reproduce la última nota de audio de ella.

"Cariño, no queda atún. Voy a bajar al súper y comprar eso, además de algunas cosas más que nos hacen falta para la cena. ¿Vale? Que... por si no te lo había dicho nunca. Te quiero. Pero no un poco. Te quiero mucho. Ya estoy contando los minutos para verte aparecer de nuevo por la puerta. Ya sabes. Regresa pronto, que quiero verte. Muá!".

Una lágrima recorrió su mejilla.

Alex salió del trabajo al final de su jornada y se dirigió de nuevo al Metro. Bajando las escaleras, hacia el andén, iba lo más lento posible. Aunque escuchara que el vagón estuviera llegando, Alex retrasaba todavía más el paso. Era como si quisiera llegar lo más tarde posible a casa. Ni siquiera trotó para poder entrar en ese vagón al que le hubiera dado tiempo perfectamente de entrar, y sintió un pequeño alivio cuando lo vio marchar delante de él. En la pantalla se mostraba que el siguiente tardaría siete minutos en llegar y eso le dio un poco más de paz.

Al llegar a su destino, Alex salió de la estación de Metro y su mirada se dirigió inevitablemente a esa esquina de la calle paralela a su casa. A ese semáforo y a ese paso de peatones que cada día y cada noche debía cruzar una y otra vez en su camino al trabajo por la mañana y de vuelta a casa por la noche.

Entró en casa y colocó su chaqueta al lado de la de ella. Dejó las llaves encima de la mesa de la cocina y abrió la nevera para preparar la cena. Mientras cocinaba, algo en su interior le pidió volver a escuchar su voz. Alex agarró el móvil, entró a Whatsapp y reprodujo la última nota de voz de ella.

"Cariño, no queda atún. Voy a bajar al súper y comprar eso, además de algunas cosas más que nos hacen falta para la cena. ¿Vale? Que... por si no te lo había dicho nunca. Te quiero. Pero no un poco. Te quiero mucho. Ya estoy contando los minutos para verte aparecer de nuevo por la puerta. Ya sabes. Regresa pronto, que quiero verte. Muá!".

Alex se quedó mirando a la nada, con el teléfono en la oreja. Habían pasado varios segundos tras el fin de ese mensaje pero él siguió ahí, como esperando que esa nota de voz no acabara nunca. O que continuara. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había escuchado ese último 'Muá'.

Su cabeza viaja a varios meses atrás. Eran las siete y media de la tarde y Alex estaba en el trabajo. Aquél día, su jefe le había mandado hacer algo urgente y le iba a evitar estar en casa junto a ella a la hora de siempre. Estaba hasta arriba de trabajo y se metía mucha prisa para poder llegar lo más pronto posible junto a ella y poder darle ese beso y ese abrazo de bienvenida que tan bien le sabía. Su móvil anunció la notificación de ella y en la pantalla vio que era una mensaje de voz. Hizo una pequeña parada para escucharla y saber que no quedaba atún y que iba a bajar al súper a comprarlo, no sin antes sonreír al escucharla decir las ganas que tenía de verle y mandarle ese 'Muá' que tanto deseó poder recibir. Decidió no responderle para ganar unos segundos y así poder acabar antes el informe que le pidió su jefe.

Alex no lo sabía, pero esa sería la última vez que oiría la voz de ella. Un puto borracho que volvía a casa en coche se salió de la carretera justo en la esquina de abajo de casa de Alex en el mismo momento en el que ella cruzaba para ir a comprar. Él recibió la llamada del Hospital cuando salía del trabajo.

"Un coche ha atropellado a su novia, señor".

Esa maldita frase todavía le despierta muchas noches. Esa maldita frase que ojalá nunca hubiera tenido que escuchar.

Ella murió un par de minutos después de que los médicos llamaran a Alex. Ni siquiera tuvo oportunidad de despedirse de ella. Cuando llegó al Hospital, le dieron la mala noticia y no pudo evitar derrumbarse. No se lo podía creer. No sabe todavía de dónde sacó fuerzas para pasar a aquella sala donde su cuerpo aparecía tapado por una sábana para darle el último adiós.

Alex vuelve a la realidad. Termina de preparar la cena mientras la tele suena de fondo. Ni siquiera la ve. Solo piensa en aquella tarde. En que podría haber parado cinco minutos en el trabajo para llamarla y responder a su nota de voz. Quizá eso hubiera evitado todo. O no. Pero, ¿y si...? Se lamenta no haberle respondido. Haberle dicho, al menos, que la quería, para que lo hubiera escuchado por última vez.

Y es que, en esta vida hacemos muchas cosas por última vez sin saberlo. Cuántas últimas veces hemos vivido ese último momento con alguien y cuántas veces hemos pensado que de haber sabido que esa era la última vez, habríamos actuado diferente. Hubiéramos dicho algo que se nos quedó dentro. Hubiéramos hecho eso que se nos pasó por la cabeza y que no nos atrevimos a hacer. Pero... no lo hicimos. Porque vivimos pensando que mañana todo seguirá igual. Vivimos sin saber que cada vez puede ser la última y eso nos hace perdernos muchas cosas.

Ahora, a Alex solo le queda volver lo más tarde posible a casa del trabajo. Mientras antes solo deseaba llegar pronto, ahora intenta pasar el menor tiempo posible allí ya que la casa se le echa encima y hay demasiados recuerdos alrededor que le dicen que ella ya no está. Todavía no se ha atrevido a quitar su ropa del armario. Ni siquiera su chaqueta del perchero de la entrada, que huele cada mañana antes de irse a trabajar. Ni ese pintalabios de la repisa del baño, que le hace recordar lo mucho que echa de menos lo desordenada que era, dejando todo por en medio y que casi no le dejaba espacio para sus cosas.

Alex deja el plato encima de la mesa de la cocina, se lava los dientes y se dirige a la cama, no sin antes volver a escuchar su voz una última vez, en la penumbra de su habitación y sin más luz que la pantalla de su móvil y esa foto de perfil del Whatsapp en la que ella sale junto a él, sonrientes, con el mar de fondo.

"(...) Te quiero. Pero no un poco. Te quiero mucho. Ya estoy contando los minutos para verte aparecer de nuevo por la puerta. Ya sabes. Regresa pronto, que quiero verte. Muá!".

Alex apagó el móvil y volvió a encontrarse con ella en sus sueños. Como cada noche. Y cerró los ojos mientras imaginaba cómo sería ese viaje a la playa que tantas ganas tenían de hacer, cómo recorrían de la mano esos países que planearon visitar o cómo se llamarían esos hijos que nunca llegaron a tener. Y cayó dormido pensando en que ya quedaba un día menos para reencontrarse con ella.

Comentarios

  1. Y Alex nunca se despidió porque ella seguiría viva en él; en orqueños bonitos detalles y grandes añoranzas. Siendo una breve guerra ganada y sin olvidar que en las guerras pierden todos. Gran escrito

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