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Mostrando entradas de enero, 2017

El día en que la conoció

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Hay días que pasan por nuestra vida sin mayor trascendencia. Hay días en los que te levantas, desayunas, te duchas, vas al trabajo, vuelves, haces el vago en casa y te vas a dormir sin que haya sucedido nada reseñable, nada que vayas a recordar para el resto de tus días. Aquél día fue especial. Aquél día sí que lo recordaría para siempre. Sentada en la mesa de una cafetería la encontró. Pelo moreno, de larga melena. Una boca que al dibujar una leve sonrisa formaba una peligrosa curva en su comisura sobre la que habría que poner una señal de advertencia. Sus ojos se escondían detrás de unas enormes gafas de sol. Cruzaba sus piernas, una por encima de la otra, sobre un vestido negro largo por debajo de la rodilla mientras hablaba por teléfono.  Él se sentó un par de mesas más allá, justo donde tenía un perfecto campo de visión hacia esa chica.  Pidió lo de siempre, un capuccino, e hizo lo de siempre, ojear Twitter para enterarse de las últimas noticias. Aunque sus ojos e

Bendita casualidad

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Paseaba por el paseo marítimo cuando me disponía a cruzar al otro lado de la calle esperando en mi lado de la acera a que el semáforo se cambiara de color. Cual fue mi sorpresa que justo al otro lado del paso de peatones, esperaba una chica guapísima. Alrededor de 1,70, castaña clara, cuerpo bien definido, ojos suaves y unas piernas de escándalo que harían temblar a cualquiera. Estaba tan absorto que el semáforo se puso en verde para nosotros y yo aún estaba parado cuando ella emprendió su marcha. Caminé y al pasar por su lado nos cruzamos las miradas y ella dibujó una pequeña sonrisa mientras apartaba sus ojos de los míos y los fijaba en el suelo. Fue tan sólo un instante. Un segundo. Pero esa mirada me llegó tan adentro que sentí que se había grabado a fuego en mi pecho.  Llegué al otro lado de la acera y me giré. La vi sentarse unos metros más allá sobre un banco mientras tomaba un par de fotos del paisaje. El sol se iba perdiendo por el horizonte y ofrecía una instantán

Perdóname

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Su tren llegó a la parada. A ésa en la que hace tantos años solía bajarse siempre. Ahora, es simplemente una parada más. Una de paso. Cuando tenía poco más de 20 años, solía mirar por la ventana intentando vislumbrarla entre la gente que se encontraba en el andén. Ella le esperaba siempre con los brazos abiertos y una sonrisa en la cara que escondía muchas ganas de besarle después de tantos días sin verle. Cada vez que su tren para ahora ahí, él recuerda todas y cada una de las tardes de domingo en las que se despedían entre besos y abrazos hasta una próxima vez. Miraba esa escalera y la veía a ella con los ojos húmedos diciéndole que le iba a echar de menos, bromeando con que se quedara otro día más. Ha pasado mucho tiempo, pero aun le duele haber sido él quien lo fastidiara todo. Era joven y apenas sabía nada del amor. Le hizo daño, sin saberlo, pero se lo hizo. Él le falló y todavía carga en su interior la culpa de haber roto la relación y son incontables las noches que pasa pr